Cuantas desencuentros habrá de tener,
poseer una pluma que cincelará
la noche de una blanca Luna,
miradas esquivas,
ojos vidriosos sepultados bajo una árida almohada.
Nunca quise jugar a quererte,
desde el primer momento,
supe que te quiero.
El vuelo de las aves, vuelos dispares, vestigios yaciendo en dirección opuesta a la voluntad de un alma atrincherada en el desvelo.
Volar, caer, volar, volver a caer y volver a volar.
Nunca pierdas tu estela, tú,
eres tu mejor valedor.
¿Para qué me preguntas qué me ocurre, si a la que giro la cabeza, te marchas corriendo?
No soy pérfido ni desertor, ni tampoco extraño.
Poema escrito en apoyo a personas Seropositivo.
Percibo el latir de tu corazón
A trescientos mil kilómetros,
el mío dejó de hacerlo
al verte contemplando
otros ojos.
El poder de lo incontrolable en un planeta
que cada día enmudece con una superioridad altamente pronunciada.
Confusión, dudas e incertidumbre,
hojas rodeando unos tiempos
ávidos de desesperanza y deslealtad.
Comienza un ciclo, feliz, rebosante de ilusión y esperanza, inesperadamente, nuestro semblante se ve embestido por desairados impactos,
tormentosas noches sufragando a la orilla de la vigilia, despertar y temblar, olvidarse entre olvidos,
decolorados por la ausencia del Sol y la Luna.
La admiración y respeto, las lágrimas y alegrías
que impregnan más de tres lustros sobre la piel
de una ornamentada melodía.
Tras numerosas etapas con finales defenestrados,
emerge la esperanza en el ala de tus canciones.
A usted, señor García.
Es incontrovertible realizar un viaje hacia el pasado,
la nostálgica infancia de un vergonzoso pequeño
que tan solo pretendía reír y cubrir sus pies de arena fina.
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